Mírame fruto.
Mírame a los ojos
y dime lo que ocultas.
Soy un pobre perdido
que busca que comer.
Mi codicia me lleva a roer
tu profundidad y secretos.
Maldito seas fruto.
Sabio eras ya de mi pecado.
Tu me diste ese saber.
Maldita la serpiente.
Carnada de estupidez.
Y el idiota ahora predica
su amarga hipocresía.
Libertades y verdad.
Que maldita la ironía.
Vaya si yo hubiera sabido antes;
pero imposible sería.
Es paradójico todo este asunto
y una vez hecho, el tiempo
no puede volver atrás.
Maldito sea todo
y yo con todo.
Árbol de la Ciencia,
contigo yo sea hecho polvo,
y en tus raíces yo fallezca.
Y que aquella víbora
dé veneno a tu sangre
y a mi sangre.
Mi carne sera la condena
de tu madera, y tu madera
sera corroída por mis manos,
Sangrando te confesaré
toda mi maldad,
Y allí, frente a ti,
como templo de un dios,
yo sucumbiré y condenado
por la eternidad seré.
---
Esta es la epístola de
mi primer pecar.
Dirigida a aquel
anciano estafador.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario