viernes, 10 de abril de 2015

Como árbol soy

Madera soy.
Un tallado que nadie compraría.
Madera soy de árbol de plazoleta.
Ni de roble ni algarrobo.
De vista a estos no los conozco.

Soy tablas de un árbol cotidiano.
Soy un lápiz sacandose punta.
Soy madeja de ramas que tardan en prender esta fogata.
Unas ramas secas y algo humedas.

¿Quién pondría de mis hojas para adornar su casa?
¿Quién tomaría de mis frutos para refrigerío o almuerzo?

Tal vez en toda esta humanidad ni una sola mano me alcanzaría.
Tal vez de todos mis amigos nadie talaría de mi vida un trozo.
Me aplastaría un simple soplo para ellos,
Y me olvidarían como a aire transparente.

Pero tengo en mi corazón mas de lo que un mueble necesita.
No estoy hecho para ser mesa o una silla.
No soy de propósito de vivir en casa de rico u oficina de empleado.
No soy árbol de frutas frescas o hierbas aromáticas.

Soy el árbol que plantó solo uno entre los todos.
Uno me plantó y se dedicó a darme vida y hoja verde.
Nunca faltó en mi raiz agua, o luz que me alumbre.
No me faltó abrigo en invierno ni hogar que me resguarde.

Gigantes árboles y magnificas estructuras como lágrimas fueron derramados.
Caídos de un solo golpe y pisados por la tierra misma.
Un carbón son hoy y un olvido tan grande como su tamaño.
Y yo, árbol pequeño de una plaza,
Fui plantado en el parque que Dios suele caminar.

Es Dios quien se sienta a mi diestra a leer bajo mi sombra.
Es aquel que me plantó que trata de convidarme de sus galletas y sus frutos para que yo brote con ellos.
Árbol simple soy, pero en mi, cree el que todos los bosques plantó sobre la tierra.

Seré árbol para Dios, y en mi habrá razón para sacudir mis ramas con alegría.
Y mientras sea Dios mi jardinero, ni tormenta de granizo podra dañar mi tronco.
No podra el viento malo desgarrarme de la tierra frágil.
No podran los malos tallar groserias en mi piel.

Seré madera de escudo y empuñadura para espada.
Palabra y papel para la escritura sagrada.
Lápiz seré para la dicha de mi señor.

Y en su jardín permaneceré mientras sepa reconocer quien es el sustento de todas mis cosas y mi vida.